Esta historia apareció publicada en diversos medios como el “Dalilymail” durante el 2013 en Reino Unido. El creerla o no depende de cada uno de nosotros, pero ello, no resta ni un ápice el singular interés que despertó la historia en sí.
Contamos con varios elementos casi perfectos: un viejo espejo de segunda mano, dos jóvenes que experimentan hechos inexplicables, y el miedo. El miedo a lo que no conocemos, a lo que nos amenaza y el firme deseo de querer escapar de él sea como sea.
Estamos seguros de que el relato de los hechos alrededor del espejo embrujado de Muswell Hill te va a sorprender.
Un espejo de los años veinte, un artista y un estudiante
Estos son nuestros tres protagonistas. El primero en abrir las cortinas de esta historia fue el artista: Sotiris Charalambous tiene 34 años y es pintor. Llevado por sus gustos estéticos y su admiración por todo lo extraño y lo bizarro, no dudó en comprar un viejo espejo en Muswell Hill, un distrito del norte de Londres famoso por su estética eduardiana y por un manantial al que en el pasado, le atribuían virtudes medicinales.
Lo llevó a casa de inmediato con la idea de situarlo a la entrada de su piso, justo encima de un radiador donde quedaba un amplísimo espacio libre. A su compañero le pareció bien. Joseph Birch, de 20 años, no le prestó demasiada atención los primeros días, es estudiante y apenas va mucho por casa, solo para dormir. Ahora bien, según él mismo explicó, hubo ya unos primeros momentos en que llevar la vista hacia ese espejo le causaba escalofríos. Veía sombras oscuras, movimientos sin explicación que aparecían en la superficie sin que nada en el exterior tuviera su concordancia. ¿De dónde salían esas sombras?
Los primeros días no dijo nada. Hasta que una mañana, su compañero, se quejó de algo que no podía comprender: tenía la espalda llena de arañazos. Estaba agotado, asustado y casi inmovilizado. Había pasado una noche entera sumido en extrañísimas pesadillas, y al amanecer, el dolor en la espalda lo obligó a levantarse para desnudarse, y descubrir esas heridas.
Podría se algo aislado, pero desde que el espejo llegó a ese pequeño piso de estudiantes y artistas, la mala suerte también empezó a flotar en la casa: problemas de dinero, exámenes que se suspenden, la sensación de que están siendo observados, de que no pueden concentrarse, ni estudiar, ni pintar… La atmósfera estaba como cargada, como si costara respirar incluso. Y más aún: si es común advertir sombras extrañas deslizándose en el interior del espejo, lo que percibieron también eran orbs. Esferas que van y vienen cargadas de luz y que flotan por la casa. La situación, como puedes imaginar, era insostenible.
¿Y qué hicieron nuestros protagonistas? Intentar vender el espejo. Fueron a una casa de antigüedades, pero no parecieron interesados en él. Se dirigieron a varias más y todos les recibían con incomodidad. ¿A qué se debía? Decían que el marco era de mala calidad, que no era una pieza de interés. Y si bien es cierto que en un primer momento pensaron en romperlo y tirar sus restos a un contenedor, el temor les hizo pensar en las consecuencias que podría tener aquello. Debían hacerlo bien.
Durante esas semanas en que estuvieron pensando en destruirlo, las cosas empeoraron aún más. Empezaron a desaparecer pequeños objetos: llaves, cucharas, encendedores, relojes… Por las noches escuchaban súbitos estallidos, para al segundo, levantarse aterrados y descubrir el salón desordenado, las sillas movidas, las lámparas balanceándose…
¿Solución? Pusieron a la venta en ebay por un precio de salida de 100 libras, pero añadieron una pequeña explicación “que estaba embrujado, que quien lo obtuviera, corría el riesgo de experimentar fenómenos extraños”…
El espejo se vendió en el 2013, los jóvenes quedaron pues liberados de su presencia sin necesidad de romperlo. Ahora bien, a día de hoy desconocemos si a los compradores les ha supuesto algún problema o si han experimentado los mismos fenómenos. Sea como sea, los protagonistas de esta historia nos advierten de algo importante:
“Piénsatelo dos veces antes de poner en tu casa un objeto de segunda mano. Nunca podemos saber qué historia ha dejado atrás”.
Por favor, usemos el lenguaje como se debe. Bizarro es sinónimo de valiente o generoso, no de extraño o sorprendente, tal como utilizan los anglosajones el vocablo "bizarre".
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