Esta historia suele empezar con un chico encantador que te hace sentirte la persona más maravillosa que existe en la Tierra. Sólo ve cosas buenas en ti, es súper detallista, va a esperarte a la salida de clase o del trabajo, te acompaña a casa y no para de mandarte mensajitos maravillosos. A las pocas semanas de relación, te está diciendo que eres la mujer de su vida, que quiere que os vayáis a vivir juntos, casaros e incluso tener un hijo. Hay una necesidad bastante grande de que te comprometas. Así que, te dejas llevar.
Pero un día te dice: “deja que lo haga yo, cariño, que tú no tienes ni idea”, al siguiente te suelta un “qué tonta eres”, más tarde “cómo se puede ser tan inútil” y “de todas formas no sirves para nada”. Si te molestas, se disculpa, se deshace en elogios y se justifica diciendo que era una forma de hablar, pero en tu cabeza va calando.
Los insultos, las humillaciones e incluso bofetadas y puñetazos, llegan muy poco a poco. También puede que nunca supere la barrera de la violencia física y el daño sea ‘solo’ psicológico. Pero cuanto más comprometida estás con él más frecuentes e intensas se hacen. Y te preguntas, ¿cómo has pasado desde lo más alto del cielo hasta el más profundo de los infiernos?
Son personas con muy baja autoestima y por lo tanto muy inseguros, y su forma de compensarlo es mostrándose dominantes y agresivos. Detrás de tanto control, hay miedo a ser abandonados, así que su estrategia es anular y aislar a sus parejas para que no se crean merecedoras de alguien mejor. Por eso, necesitan a toda costa que haya una relación de dependencia emocional y si puede ser también económica, llegando a ver a su pareja como ‘algo’ de su posesión.
Tienen una inteligencia emocional bastante reducida. No saben gestionar emociones como el enfado, la rabia, el dolor y las frustraciones de la vida en general. Les falta compasión y empatía para ponerse en el lugar del otro y entender su sufrimiento, por eso no les resulta muy complicado ejercerlo. Es posible, que ellos también hayan sido maltratados en algún momento de su vida y esa sea la única manera en la que saben relacionarse, aunque esa no es justificación, porque muchas personas que han recibido algún tipo de maltrato, no han maltratado a su vez. En realidad si pudiéramos mirar en su interior veríamos que también son personas que sufren mucho, pero ese sufrimiento lo canalizan de forma destructiva hacia sí mismos y sobretodo hacia los que más ‘quieren’.
Sus víctimas también son personas con una autoestima no muy sana, a las que les resulta más fácil sentirse atraídas por este tipo de personas porque son muy deslumbrantes al principio. Se quedan enganchadas y aún cuando empieza la parte ‘mala’, no tienen la suficiente confianza en sí mismas y se creen las ‘mentiras’ que les cuenta el maltratador como “sin mi no vas a poder salir adelante” o “nadie te va a querer nunca como yo”.
Sería vital grabarse a fuego las características del maltratador para que ante los primeros signos de este tipo de comportamiento se puedan tomar medidas desde el principio, cuando todavía no se está completamente atrapada emocionalmente.
El problema es que cuando consiguen salir de una relación así, salen muy tocadas porque se han acostumbrado a pensar que no valen nada. Es muy necesario ayudarlas a recomponer los pedacitos que han quedado de ellas, que aprendan a quererse y ver, que sí son los seres más maravillosos que hay en la Tierra y no les hace falta nadie para decírselo.
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