lunes, 4 de septiembre de 2017

Resurge un peligroso parásito gusano que ataca el cerebro. ¡DEBES LEER ESTO!

Los habitantes de Hawái se agobian por todo lo que comen y tocan, algo normal teniendo en cuenta que, repentinamente, los casos de angiostrongiliasis, una rara y peligrosa infección parasitaria muy poco frecuente en la isla, se han disparado. Se ha pasado de dos contagios a seis en los últimos tres meses. Los expertos creen que este parásito, que invade el cerebro humano y que se transmite por el contacto con caracoles y babosas, está extendiéndose muy deprisa por el cambio climático.
Debido a esto, las autoridades de salud de Hawái están pidiendo no tocar los caracoles y las babosas directamente. El parásito ‘Angiostrongylus cantonensis’ también es conocido como el ‘gusano pulmonar de las ratas’ por ser el lugar donde comienza el recorrido de este.

Son los excrementos de las ratas los que permiten el contagio en caracoles, babosas o gambas.

¿Cómo llegan al hombre? Si se come una de estas criaturas u otros productos contagiados, como podría ser al comer frutas y verduras crudas, se infectan. Y si este parásito llega al cerebro se produce la meningitis, enfermedad variable cuyos síntomas son temblores, dolor e inflamación, e incluso la muerte.
En países de Asia y el Caribe, ya se habían dado casos de angiostrongiliasis, pero últimamente aparecen en sitios donde se creía imposible que se desarrollaran por el entorno, como Oklahoma. Esto puede suponer, tal y como declaran medios de la región, un fuerte impacto para una isla donde la economía depende directamente del turismo.

Según los científicos, esta inesperada aparición se debe al cambio climático, tal y como recoge el diario ‘The Atlantic’. La idea de que el cambio climático trae y traerá consigo la proliferación de enfermedades antes extintas o lejanas no es nueva (véase el ébola o el zika).

“La mayoría de las nuevas infecciones que aparecen son causadas por patógenos que ya están presentes en el entorno natural, y que el entorno ambiental cambiante es lo que les da la ventaja para salir de la oscuridad”, admitió la Organización Mundial de Salud ya en 2004.

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