domingo, 21 de febrero de 2016

El Peligro De Pensar Que Puedes Volver Con Tu Ex

Desde el gesto romántico de plantarte en su casa con una tarta de chocolate que te has currado tú mismo hasta el “no le digo nada durante un mes para que me eche de menos”, pasando por fingir -desastrosamente- que podéis ser súper amigos, que eres divertido, seguro, autosuficiente y ya lo has superado o lo de llorar mares al son de “eres la mujer de mi vida, no puedo vivir sin ti”. Todas estas actitudes, estratégicas o no pero siempre un poco desesperadas, tienen un peligroso elemento en común: todavía crees que puedes volver con tu ex. Pero joder, que está comprometida con otro y, como en la canción de Antonio Vega, hace ya ocho años y medio que lo habéis dejado. Ya va siendo hora de salir a vivir un poquito, ¿no?



Pensar que puedes volver con tu ex tiene muchísimos peligros y casi ninguna ventaja. Para empezar, mientras tengas esa esperanza tan alejada de la realidad y no hayas escarmentado con sus veinte negativas, te va a salir caro de cojones eliminarla de tu cabeza. Te gastarás un pastón -pero mejor no lo hagas- en alcohol, antidepresivos, tabaco, chocolates de varios tipos y otras drogas, yoga, gimnasios, bicicletas, excursiones, cenas con extrañas del Tinder y lo mejor peor de todo es que no te servirá para una mierda. No, a tu ex no la superas con cientos de miles de estímulos ni con un lavado cerebral a lo Olvídate de mí, la maravillosa peli dirigida por Gondry y protagonizada por Jim Carrey.

Necesitas una especie de bisturí invisible autoproducido por tu alma que abre un agujerito en la misma para dejar que se escapen el mal rollo y la nostalgia asociados a sus recuerdos y queden sólo esos fotogramas con filtro bonito que de hacerte llorar pasarán a hacerte sonreír. ¿Qué cómo se consigue? ¡Y yo qué narices sé! Si lo supiera no estaría escribiendo esto, rey, pero desde luego escuchar a Los Planetas no es el camino.



Los peligros anteriores, de todos modos, son superficiales en comparación al de ser incapaz de vivir el presente. Da igual que estés bañándote con delfines en el Caribe, que le metas tres goles al Madrid en el Bernabéu, que te den el Pullitzer por un libro de la hostia, que te acuestes con Rihanna y se enamore de ti o que ganes las elecciones por mayoría absoluta y ni siquiera tengas que negociar con toda suerte de partidos caprichosos y corruptos. Hagas lo que hagas y por mucho que moles, con tu ex sería mejor, pensarás todo el tiempo.

¿Por qué no disfrutas del momento y dejas de pensar en esa pieza que te falta para ser feliz de verdad (sobre todo teniendo en cuenta que cuando estabas con ella pensabas que esa pieza era la soltería)? Que sí, que dicen los británicos que “la hierba siempre es más verde al otro lado de la cerca”, pero lo que no puede ser es que estés rodeado de flores y frutas deliciosas y en vez de olerlas, disfrutarlas, saborearlas, te pases el tiempo pisoteándolas sin darte ni cuenta.



Tal vez el mayor de los peligros de creer que puedes volver con tu ex es que realmente vuelva. La primera semana estarás viviendo un sueño increíble y te creerás que es la definitiva pero, a partir de la segunda, recordarás de súbito todas las razones que os llevaron a terminar, sí, las mismas que habías olvidado todo este tiempo que pensabas en volver o que habías minimizado y asegurado ser capaz de combatir fácilmente. Y ya verás que dejarlo por segunda o tercera vez, darse de bruces de nuevo contra una realidad que nada tiene que ver con lo que llevas idealizando desde poco después de dejarlo, no es nada divertido.

Bueno, también puede ser que ella vuelva y vaya todo fenomenal haciendo malo el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas. De hecho, tengo un amigo, que tiene una prima, que parece que tiene un hermano al que, más o menos, las cosas no le fueron mal cuando volvió con su ex.

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