¿Si está resultando muy complicado es que no tiene que ser? Todos hemos tenido en algún momento la necesidad de preguntarnos a dónde va nuestra relación y si realmente hemos elegido bien. Dudar nos ayuda a no apalancarnos ni darlo todo por seguro, y así volver a elegir lo que queremos cada día, para que la relación sea auténtica de verdad.
“En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras” Bertrand Russell
El problema es cuando no hallamos la respuesta que buscamos, y nos bloqueamos en la duda por falta de una certeza. Estaría muy bien por una parte poder ir al médico y preguntar “¿doctor, qué tengo? ¿estoy enamorado?”. Sería muy cómodo y práctico, pero en realidad es mucho más emocionante vivir la experiencia de enamorarse sin ningún diagnóstico, ni radiografías, ni recetas médicas. El amor no se mide ni en kilos, ni en euros ni en píxeles; ni atiende a razones, porque cuando estás enamorado simplemente lo sabes.
“Cuando estás enamorado, simplemente lo sabes”
Lo que pasa es que a veces las dudas no vienen de que haya un problema real en la relación, sino de nuestra mala costumbre de dudar de todo, de pensar demasiado y darle mil vueltas a las cosas. Por ejemplo, si hay unos días en que estamos muy cansados del trabajo y no tenemos ganas de pasar la noche más loca de la historia, eso no significa que no estemos enamorados, sino que la idea que tenemos del enamoramiento es demasiado simple.
Enamorados o no, somos humanos y tenemos días más eufóricos y otros más tristes. Es normal que haya épocas de menos sexo, o días de menos besos. Lo raro sería estar siempre al cien por cien sin ninguna discusión, diferencia ni altibajo. Precisamente es buena señal si hay las discusiones justas y los días de menos intensidad amorosa, porque eso hace más auténticos los momentos buenos, y además es la única manera de que la relación sea viable a largo plazo.
Dudar es normal, pero la pregunta es qué hacemos con nuestras dudas; si las convertimos en una oportunidad o nos bloqueamos en demasiadas teorías, miedos, recuerdos del pasado o prejuicios. Preguntarte si estás enamorado no significa que no lo estés, pero la cuestión es que cada vez que te paras a preguntarte, consumes tu energía en pensar, sopesar y analizar, y la pierdes para disfrutar con el otro, quererle y conocerle.
Las respuestas en la vida casi nunca se obtienen pensando, sino actuando y viviendo. Solo la vida puede ser la gran escuela en la que descubramos si estamos enamorados o no. Si la relación tenía que prosperar, lo hará; y si algún día se termina por el transcurso de los hechos, es porque era mejor así y en el horizonte nos esperaba algo mucho mejor.
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