“Hay un tren, no permitas que se te escape.
No dejes que vaya sin ti.
Sólo súbete a él”
Con estas palabras del mítico grupo de finales de los 90’s, Undrop, puede uno resumir perfectamente el único pensamiento válido antes de hacer un Interrail. La experiencia de subirse a un tren desconocido es algo que, irremediablemente, te marca y lo hace para siempre.
Fluyes por las arterias de Europa
Porque hacer las maletas en busca de lo desconocido es un dejarse llevar. Un destino y un azar en el que solo viajáis tú y tu intuición, recorriendo mundo, descubriendo rincones, queriendo muy fuerte derrumbar de un plumazo miedos y rutinas en cada uno de los países donde tus pies aterricen.
Es salvaje
La forma más auténtica de viajar es hacerlo ardiendo de ganas. Hay muchas formas, pero sin duda, la más auténtica, la que más te ayuda a conocerte y la que más te hace crecer es hacerlo en solitario. Vagar sin rumbo, sin destino, sin ideas preconcebidas. Es romper tu status-quo, con tu día a día, con el caos que abofetea nuestras vidas cuando buceamos en una eterna rutina.
Solo necesitas una mochila
Al interrail no se va con la moda puesta. No necesitas maquillaje, ni secadores, ni tus mejores galas. En mi caso, cuando empecé el recorrido no tenía más compañía que la que me cabía en la mochila. Mi pequeña maleta llena de mapas, mis libros y yo. Fuimos compañeros inseparables y recorrimos durante más de un mes toda Europa. Y de verdad, no necesité nada porque lo tenía todo.
Descubres un mundo que no conocías
Creéme que cuando empiezas el camino ya nada vuelve a ser igual. Ni siquiera la forma en la que concibes el mundo en el que vives. Recorres Europa y piensas, ¿dónde estuvo todo esto antes y por qué no quise estar aquí? Desdibujarte en los zocos de los bazares de Turquía, coronarte en los altos picos del círculo polar a la caza de Auroras boreales, perseguir los últimos gritos de la Rusia Soviética en los países del Europa del Este con sus mágicos balnearios y sus sórdidas tabernas ancladas en las remotas décadas del siglo XX. Todo es mágico. Todo suma. Todo cuenta.
Disfrutarás de las mejores reflexiones de tu vida
Que puede que siempre estuvieran ahí pero nunca te tomaste el tiempo de pensar en ellas. El interrail es una carta abierta al universo. Un juego de serendipias y casualidades. Llegar a una estación y preguntar la próxima salida, decidiendo en ese momento tu próximo paso, te hace reflexionar sobre lo planificada y encorsetada que están nuestras vidas. Vivir libre y sin destino es algo maravilloso que hay que experimentar al menos una vez.
Los destinos se cruzarán (y se separarán)
Esto es lo más increíble de todo. Viajar solo, si te animas a hacerlo, significa conocer cientos de viajeros que al igual que tú esperarán encontrar un compañero con el que continuar el viaje. Los destinos se cruzan y se separan precisamente por eso. Conocer gente nueva, reencontrarse, despedirse. Pequeños momentos intensos que al final son una pequeña alegoría de lo que es la vida. Y aquí, es duro, pero aprendes a despedirte cientos de veces y aún así saber que en cada despedida hay un nuevo comienzo.
Mi recomendación queda clara: no te lo pienses. Solo hazlo. Es la mejor inversión que podrás hacerte nunca.
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