¡Cuántas personas quieren disfrutar de sus derechos sin cumplir primero sus deberes! La libertad, en concreto, es un derecho primordial, único e irrenunciable; pero ejercerlo requiere que tengas muy clara la responsabilidad que conlleva, porque cada acto tiene unas consecuencias, para ti y para los que te rodean.
A los jóvenes nos encanta hablar de libertad. Consciente o inconscientemente, buscamos romper con la generación anterior, encontrar nuestro sitio y cambiar el mundo. Propósitos muy loables, pero que pierden su legitimidad si, para conseguirlos, decides pasar por encima de todo y de todos.
Un ejemplo muy tonto pero que seguro que te suena: el típico vejete que cruza con el semáforo en rojo. Cuando los coches le pasan rozando y dando bocinazos, se da la vuelta indignadísimo y soltando tacos… ¿Es libre de cruzar en rojo? Claro que sí, pero luego no te quejes si te atropellan.
Lo malo no es que puedas quedarte tetrapléjico: lo malo es que el conductor puede perder la vida por intentar salvar la tuya. No sería el primer volantazo que acabase en tragedia.
La libertad supone elegir constantemente entre actuar o no hacerlo; tomar una entre muchas decisiones. Todas tienen sus consecuencias, y como las personas estamos entrelazadas por hilos invisibles, corres el riesgo de afectar a quienes amas. Es así, y no se puede escapar de ello. Eres libre de tus actos, no de sus consecuencias.
Y seamos sinceros: normalmente, a menos que seas un psicópata, sabes lo que es correcto y lo que no. Lo que está bien y lo que está mal. Quien se escuda en su libertad para defender sus actos, demuestra muy poca madurez.
¿Pero es acaso la libertad una carga? ¿Son las consecuencias, un castigo? Todo lo contrario: la libertad es uno de los mayores dones que posees y las consecuencias, la prueba de que puedes moldear tu destino. La responsabilidad es tan solo una de las muchas nociones que adquirimos al crecer, pero es eso precisamente lo que te hará dueño de tu vida.
En el momento en que entiendas que cada consecuencia es obra de una causa, de un acto, tal vez le encuentres sentido a lo que haces. Y cuando uno tiene un sentido, vive con mucha más intensidad, con más alegría y con mayor autoestima (no en vano es uno de los famosos seis pilares de Nathaniel Branden).
Ser libre supone ser responsable, y eso es algo muy motivador, como cuando te asignan nuevas tareas en el trabajo o te piden cuidar de tu sobrino, porque sabes que lo que estás haciendo es muy importante. Por eso, estamos seguros de que romperás con la generación precedente, de que encontrarás tu sitio, y de que cambiarás el mundo.
Tienes libertad para ello. Solo tienes que aceptar las consecuencias, que van a ser muy positivas.
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