Y no hablo de la gente negativa y derrotista, ni de los que se quedaron escaldados después de intentarlo muchas veces; hablo de los que nunca han hecho ni quieren hacer nada. Hablo de los conformistas, de los cínicos, de los que sudan de todo y de todos y casi alardean de ello. Hablo de los que no se esfuerzan por cambiar nada pero siempre tienen fuerzas para criticar a quienes lo intentan. Hablo de toda esa gente que no mueve un dedo pero tacha de gilipollas a cualquiera que se deje la piel en intentar hacer del mundo un sitio un poquito mejor.
Porque, esencialmente, esa es su excusa para no hacer nada, que no hay nada que podamos hacer. Y su zona de confort la acolchan con los fracasos y equivocaciones de todos aquellos que no están haciendo otra cosa que allanar el camino a los cambios que pueden estar por venir.
Son aquellos que siempre tienen un “¿Te crees que tú solo vas a cambiar algo?” debajo de la manga y nunca dudan en intentar desmoralizar a los idealistas con algún chiste cogido con pinzas. Para empezar, “tú solo” sí que puedes cambiar algo, puede que no el mundo, pero sí algunas cosas. Las decisiones individuales que tomamos afectan a nuestro entorno, y cada pequeña acción es un pasito más hacia el cambio. Hay que ser bastante ignorante y corto de miras para pensar que todos los cambios de la humanidad han nacido de miles de personas revolucionándose a la vez. Muchas veces los cambios llegan poco a poco, y nacen, se difunden y se consolidan persona a persona.
Me hace especial gracia cuando tratan de invalidar los buenos propósitos de alguien por no abarcar todas las buenas acciones del mundo, como si ayudar tuviera que ser un “todo o nada”. Desde su planteamiento, dicen gilipolleces como “Me parece fatal que intentes ayudar a los animales cuando hay gente que se muere de hambre”. Claramente, es su forma de sentirse mejor consigo mismos siendo unos egoístas; toda ideología y acción parece ridícula desde su mirada de indiferencia hacia todo, y es muy cómodo y fácil reírse de los demás mientras están tumbados en el sofá.
Supongo que el mayor problema de este tipo de gente es que es incapaz de valorar todo lo que te aporta lo que en teoría no te aporta nada. Que tienen la mirada tan fija en un primer plano de su ombligo que no pueden ver más allá de lo que suponga un claro beneficio para ellos. Seguramente sea una pérdida de tiempo explicarles que el tratar de ayudar a los demás, poner tu granito de arena, es un premio en sí mismo. El premio de saber que te esfuerzas por ser la mejor versión de ti mismo que puedes llegar a ser, el saber que estás vivo porque las cosas te enfadan o te conmueven, que ni puedes ni quieres echar la vista a un lado ante lo que consideras injusto. Esa gente ni siquiera sabe que mientras esas personas de los que ellos se burlan están viviendo de verdad, ellos, por decisión propia, solo viven a medias.
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