Los terroristas que perpetraron el atentado de Barcelona tenían otros planes mucho más sanguinarios. La idea inicial del ataque consistía en llenar tres furgonetas de explosivos y detonarlas en tres puntos muy concurridos de la ciudad. Uno de los objetivos elegidos era la Sagrada Familia.
EL ESPAÑOL ha podido saber que los yihadistas habían planeado tres deflagraciones, en un atentado muy distinto al que acabaron cometiendo. Iban a ser tres la furgonetas utilizadas para la masacre, y las tres irían cargadas de unos explosivos que almacenaban en un inmueble de Alcanar (Tarragona). La intención de los yihadistas era cometer el mayor daño posible, por lo que escogieron tres de los lugares con mayor aglomeración de gente.
Uno era la basílica de la Sagrada Familia: un símbolo de la ciudad y de la religión cristiana, al ser un templo católico. Pero, sobre todo, un caudal continuo de personas. Sólo en 2016 entraron 4 millones y medio de personas en su interior. Entraron. Por su entorno pasaron 20 millones de personas el año pasado.
El segundo objetivo era La Rambla: además de que casi 300.000 personas pasan a diario por este emblemático paseo, el lugar por el que entraron con la furgoneta se encuentra al lado del Mercado de La Boquería, uno de los enclaves más frecuentados de la ciudad. El tercero no ha trascendido, pero se especulaba con una zona portuaria.
LA EXPLOSIÓN DE ALCANAR, CLAVE
Las bombas que se iban a utilizar son, según confirmaron los Mossos d'Esquadra, del tipo que suele utilizar ISIS en sus atentados. Estaban almacenadas, junto a numerosas botellas de butano, en una finca de Alcanar, un pueblo de la provincia de Tarragona. La manipulación de estos explosivos por parte de dos yihadistas el miércoles 16 derivó en una detonación accidental que acabó con la vida de uno de ellos y dejó al otro en estado grave. Eso fue lo que salvó a Barcelona de un atentado de consecuencias mucho más funestas.
El imprevisto se produjo cuando la célula ya tenía en su poder las tres furgonetas que alquilaron en Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona). Los terroristas, además, temían que la investigación policial del suceso de Alcanar los descubriese. Por eso siguieron adelante con la idea de atentar en Barcelona, pero improvisaron un ataque sin explosivos y con un solo vehículo, que es el que finalmente cometieron.
LA IMPROVISACIÓN DE CAMBRILS
Primero atropellaron a más de un centenar de personas en La Rambla, sin que se sepa todavía quién conducía la furgoneta ni quién esperaba en otro coche para darse a la fuga aprovechando el caos. La cuestión es que los cinco terroristas lograron escaparse en un Audi A3 y se encaminaron a la ciudad costera de Cambrils (Tarragona). Allí improvisaron un nuevo ataque, sin planificación y sin medios. No eran ciertas las informaciones difundidas el jueves por la tarde, que hablaban de que portaban armas largas de fuego. Sólo llevaban armas blancas. Sabían que no llegarían muy lejos en su huida. Intentaron atropellar a un grupo de personas y pegaron machetazos a algunos transeúntes. Los cinco fueron abatidos por los Mossos d'Esquadra, cuatro de ellos por el mismo agente.
ATROPELLO + EXPLOSIÓN
Tampoco se ha averiguado aún si la idea original del atentado era detonar las tres furgonetas a distancia, aunque la principal hipótesis que se maneja lo niega y contempla el atropello previo. Es decir, que cada una de las tres furgonetas arrollase al mayor número de gente posible. Una vez se detuviese el vehículo, los terroristas se inmolarían haciendo volar los explosivos. La magnitud del atentado hubiese sido mucho mayor, pero el incidente de Alcanar dio al traste con los planes de haber cometido uno de los atentados con más muertos de la historia de Europa.
La morfología del ataque original confirma que el atentado es obra de una célula yihadista perfectamente coordinada, lo que diferencia este atentado de otros perpetrados por 'lobos solitarios', como el de Niza o Berlín. Los recursos que se iban a utilizar y el número de implicados así lo confirman.
UNA MISA EL DOMINGO
La Sagrada Familia empezó a construirse el 19 de marzo de 1882, cuando se colocó la primera piedra en una parcela de 12.800 metros cuadrados. Su primer arquitecto, que diseñó la cripta, fue Francisco de Paula del Villar. Antoni Gaudí aceptó el encargo después, adaptando ese diseño a su estilo.
A partir del año 1914 el arquitecto catalán se dedicó exclusivamente a la Sagrada Familia y durante la Guerra Civil algunos militantes revolucionarios incendiaron la cripta. Se encendió por primera vez la fachada en 1952 y nueve años más tarde se abrió al público el museo que la explica. En 2010 se produjo la dedicación del templo por el papa Benedicto XVI. Hasta ahora se ha construido el 70%. Para 2017, la Fundación que gestiona el proyecto cuenta con un presupuesto de 40 millones de euros. Su final está previsto para 2026. Este sábado habrá una misa en memoria de los fallecidos por el atentado, el que tenía como objetivo original hacerla volar por los aires.
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