La lactosa es un disacárido natural llamado "el azúcar de la leche", que se descompone en dos azúcares simples (glucosa y galactosa) gracias a la lactasa, una enzima que produce el intestino delgado. Este proceso es necesario para que pueda absorberse; por eso, si el intestino está dañado, puede producir menos lactasa, volviéndose difícil la digestión de la lactosa. Entonces ésta pasa al intestino grueso sin descomponerse y comienza a fermentar, generando gases, acidez y otras molestias. A esto es a lo que se llama "intolerancia a la lactosa".
El intestino delgado puede tener esta debilidad por causas como: infecciones, lesiones, enfermedad celíaca, entre otras.
En general, la mayoría de las personas con intolerancia a la lactosa lo comienzan a percibir cuando, luego de consumir productos lácteos o derivados, sienten dolor o malestar digestivo.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Digestión pesada (pesadez, hinchazón)
Cólicos o espasmos
Dolor abdominal
Gases
Estreñimiento o diarrea
Problemas de piel
Náuseas
También puede provocar cansancio, nerviosismo, trastornos del sueño y problemas cutáneos, entre otros síntomas.
¿Con qué alimentos puedes sentirlos?
Leche y lácteos derivados como quesos, yogures o postres
Puré o sopas que llevan leche o cremas
Productos de pastelería y repostería tradicional
Mantequilla o margarina
Licuados o batidos
Helados
Algunos cereales en caja
Para diagnosticarla, en general, se realiza un estudio basado en la medición de la respuesta glucémica frente a la ingesta. O también puede examinarse mediante el aliento o un análisis de materia fecal.
La intolerancia puede variar con el tiempo y el estado de salud general. Por lo general, es en la adultez cuando aparecen los síntomas.
Dependiendo del nivel de intolerancia, podrás tomar leche deslactosada, probar con leches vegetales, o quesos no muy fermentados.
No te preocupes por el calcio, puedes encontrarlo incluso en 9 veces mayor cantidad en leches vegetales; o también en otros alimentos como: el brócoli, la espinaca, la acelga, la naranja, las lentejas, el tofu, los frijoles, las almendras, entre otros.
Siempre que dudes de que eres intolerante a la lactosa, percibe los cambios en tu cuerpo y recurre al médico por una consulta adecuada.
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