"¿Sabes por qué las mujeres homosexuales tienen sexo una vez y luego terminan saliendo juntas hasta los 75 años?" Ella sí, y te explica los trucos para mantenerlas bien contentas
El sexo lésbico es una de las eternas fantasías sexuales masculinas. La simple idea de imaginar a dos mujeres darse placer la una a la otra, acariciándose, besándose, lamiéndose… en resumen, practicando sexo, vuelve locos a muchos hombres heterosexuales. De hecho, son pocos los que no consumen o han consumido contenidos pornográficos en los que dos féminas practican sexo explícitamente. Hasta ahí todo bien, ¿pero de verdad se fijan en dónde y cómo se tocan para excitarse?
Como sentencia en 'Men's Health' Kate F. Moore, “lo cierto es que los hombres pueden aprender mucho de una mujer con tetas que ama las tetas”. Partiendo de esta idea la autora ha recogido las experiencias de una mujer que se declara a sí misma bisexual a modo de enseñanzas para los hombre heterosexuales.
“Compartimos un interés en común: nos gusta mantener relaciones sexuales con mujeres. Como alguien que ha estado en ambos lados de la ecuación, me siento perfectamente posicionada para hacer un favor tanto a hombres como a mujeres y ofrecer una serie de pasos para hacer un buen trabajo y que irradien alegría en general”, relata la consejera.
1. No hay instrucciones para conseguir el orgasmo
“Sé que es una mierda. Me encantaría que hubiese un conjunto de instrucciones claras e infalibles que garanticen el orgasmo de las damas. A todos nos encantaría. Pero simplemente no existen”, confiesa la instructora.
Cada mujer, como cada cuerpo femenino, es un mundo y sería absurdo pensar que hay un botón del placer que activa a todas por igual. “Esto significa que vas a tener que hacer dos cosas: preguntarle lo que le gusta y prestar atención a sus reacciones cuando intentes algo”, sentencia. Hace falta tiempo y paciencia –o una suerte de primitiva– para que el sexo sea realmente bueno: “¿Saben por que las mujeres homosexuales tienen sexo una vez y luego terminan saliendo juntas hasta los 75 años? Es porque dedican todo ese tiempo a aprender a hacerse llegar la una a la otra al otro clímax como si fuese la novena sinfonía de Beethoven”, bromea.
2. Ver porno sí, pero no moverte como en él
La mayor parte del porno no muestra cómo disfrutan dos personas reales en la cama sino que más bien se centra en que disfrute alguien ajeno a la escena: el espectador, generalmente, el masculino. “La mayoría de las mujeres no están locas porque se las martilleen mecánicamente con una polla mientras prestan atención cero a su clítoris. Lo mismo ocurre con las posiciones en las que se pone en peligro su columna vertebral, se las eleva en el aire o su cara acaba aplastada contra las sábanas”, se atreve a asegurar la consejera.
También recuerda a los varones, por muy sorprendente y placentero que parezca en las escenas pornográficas, nunca eyaculen en la cara de una mujer a menos que específicamente lo haya pedido. E incluso con esas, recomienda hacer algunas preguntas para asegurarse de que está preparada y realmente quiere. Dado el caso, se agradece que se molesten en no apuntar a los ojos.
3. Aumenta tu relación con sus tetas
La guía parte de la base de que “los pechos son lo mejor” y centra sus palabras en alabar sus características estéticas y morfológicas, siempre divertidas y placenteras. “Sin embargo, las tetas no son meros objetos mágicos blanditos que están ahí para que los toques: son dispositivos de administración del placer”, continúa.
Es decir, que lo importante no es tocarlos sino la forma en la que se tocan. Y para aprender a hacerlo bien y que realmente actúen como excitante sexual, hay un par de cosas que deben quedar claras:
– Por mucho que lo veas en el porno, no las amases. “De la misma forma que no te gustaría que saludasen a tus pelotas con un apretón de manos”, compara la instructora, “piensa que es una zona de las mujeres bastante sensible”.
– No son bocinas. Ni lo insinúes ni digas '¡mec mec!' al apretarlas. Que estás practicando sexo no jugando con un bebé.
La autora retoma el tema del porno para explicar que aunque en estas producciones muchas veces la estimulación de los pechos se obvie y sean meros objetos a observar, en la vida real tocarlos adecuadamente se traduce siempre en un 'win-win': “La mujer se excita y se vuelve más activa, lo que calienta más el ambiente y todo el mundo gana”.
Eso sí, hay que tener en cuenta que los pezones son más sensibles que el resto del pecho por lo que habrá que acariciarlos con cuidado. Como, por ejemplo, “haciendo una espiral hacia el interior del seno yendo desde las zonas menos sensibles hacia los pezones y dejar que las sensaciones se acumulen”.
4. Tu pene no es el único protagonista
En general, los hombres heterosexuales (y gran parte de homosexuales) han interiorizado la idea de que el sexo como tal empieza cuando el pene entra –nunca mejor dicho– en escena. “La mayoría asumen que las lesbianas y las mujeres bisexuales piensan lo mismo, en parte porque en muchas películas porno se muestra a las lesbianas atándose correas con falos”, explica la autora, quien lamenta estropear la creencia generalizada de que el miembro viril es el protagonista con un mensaje claro: “He tenido relaciones completas con mujeres en las que no hemos utilizado ningún juguete especial ni ha habido penetración de ningún tipo”.
La estimulación del clítoris, los senos y otras tantas zonas erógenas femeninas pueden conducir a un placer mucho más intenso que el que se consigue durante el coito. El problema es que muchos hombres asumen que todo esto forma parte de los preliminares, fase que que separan radicalmente de la penetración en sí. “Los juegos no tienen que ser algo previo, el sexo es una continuidad. No se puede tomar cada cosa por separado y esperar al momento de disparar. Tu polla es una capa del pastel, no la tarta entera”, resume
5. Dile siempre lo mucho que te gusta
Tanto en el día a día como durante el sexo, los piropos y halagos son unos grandes aliados para que una mujer se sienta sexy y poderosa, y lleve estas sensaciones a los juegos de cama. “Sólo tienes que sincerarte y decirle algo bonito cada vez que veas esas pequeñas cosas que te hacen estar loco por ella”, aconseja.
“Esto no sólo suma un punto durante el sexo, es un punto de vida. Es el que de verdad vale porque, pase lo que pase, conseguirás que esa mujer sonría cada vez que piensa en ti. Caminará un poco más erguida, con las mejillas sonrojadas y tendrá un resplandor interior que le hará sentir como si pudiese hacer casi cualquier cosa. Y su nueva pareja, si es que alguna vez vuelve a necesitar uno, te tendrá el odio más absoluto”, recalca la institutriz de amantes.
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