Diagnóstico Anatomopatológico: Cáncer de _ _ _ _ _ _ _ _ _. [Rellenar según el caso]
Y así de frío es como recibes un resultado de una prueba que jamás desearías haber visto. En el mejor de los casos, en lugar de eso encuentras directamente el nombre de la enfermedad, que tras ser buscada en Google (nunca busques en Google nada relacionado con una enfermedad) descubres finalmente el nombre más común que empieza por “Cáncer de”. Un escalofrío recorre tu nuca, se te encoge el pecho y el pánico se apodera de ti. ¿Por qué nos asusta tanto esa palabra? ¿Es acaso la peor enfermedad que se puede tener? ¿Por qué para los que están lejos de tener a alguien cercano padeciéndolo les parece algo tan innombrable? ¿Por qué te miran con compasión y casi dándote el pésame cuando les cuentas el diagnóstico?
Según el la Organización Mundial de la Salud en un estudio realizado en 2014, se prevé que los casos anuales de cáncer aumentarán de 14 millones en 2012 a 22 millones en las próximas dos décadas. ¿Cómo no vamos a asustarnos? ¿No te da la sensación que de repente cada vez más gente de tu alrededor padece esta enfermedad?
Cualquier enfermedad, la padezcas tu o alguien cercano, te genera una sensación de vulnerabilidad que asusta. Pero también he descubierto que además de asustar es de esas cosas que sin duda te hace reflexionar. Pasas por diferentes fases y cada una de ellas te aporta un buen puñado de cosas malas y otro gran puñado de cosas buenas.
En la primera fase todo es miedo para ti y para los que están a tu alrededor. Miedo por desconocimiento, miedo por vulnerabilidad e impotencia pero sobre todo, miedo a los números. Es importante leer al respecto pero al final lo que vale y lo que cuenta es lo que tu o esa persona cercana a la que sin duda quieres, va a pasar. Las estadísticas son de esas cosas que te pueden llegar a obsesionar, porque ¿en qué tramo estás? incluso si hablas de un 90% de curación piensas que sin duda alguien tiene que pertenecer a ese 10% que no lo supera; esto a tu mente la destruye. La principal reflexión a la que se llega es, tras el típico ¿por qué yo? o ¿por qué él?, es cuando aprendes el ¿por qué no? Y es que este tipo de cosas son una loca lotería que no entiende de número de papeletas compradas. Te tocó y punto.
La segunda fase es la de aceptación, suena frío, hasta suena helado, pero es así se acepta e incluso te insensibilizas y lo normalizas. Y ahora podéis pensar que esto es horrible o podéis pensar que es la manera de tirar para adelante intentado nadar para no hundirte. Lo aceptas tu, lo aceptan los tuyos y entonces pones encima de la mesa el resto de cosas buenas que tienes y ojo, aprendes a valorarlas mucho más y de repente de alguna manera irónica, te sientes afortunado. ¿No es esto muy injusto? ¿No deberían ser las personas que no lo padecen y ni siquiera les roza de cerca las que se sientan más afortunadas? Pues curiosamente es así, nos pasamos la vida quejándonos de casi todo lo que carece de importancia cuando al final, son precisamente esas pequeñas cosas las que nos hacen sentir afortunados cuando algo realmente importante por lo que preocuparte pasa por tu vida para quedarse.
La tercera fase es la de admiración y esta es la fase sólo para los que estamos muy cerca y lo vemos desde fuera aunque lo sufrimos igual. Nunca antes me había dicho a mi misma con mayor firmeza “cuánto me queda por aprender”. No dejo de sorprenderme de ver como gente a la que quiero que está pasando por esto, se convierten en las personas más fuertes del universo, y esto me emociona, me emociona muchísimo.
La cuarta y última es la de superación. Y ojalá, todo el mundo llegara a esta etapa para mirar atrás y ver cuánto han conseguido pero, por desgracia, no siempre es así. En el mejor de los casos, creo que algo así no se supera jamás, porque quizás la persona que empezaste siendo se quedó en el camino. Sin duda alguna es de esas cosas que te cambian por dentro para siempre. Mi padre dice que casi lo peor de todo es vivir con una parte de ti que no consigue ser 100% feliz, que tiene miedo a que las cosas estén del lado del porcentaje equivocado, y yo no soy capaz de acostumbrarme a eso.
Sin embargo, y a pesar de todo, seguramente seré muy afortunada porque lo que veo a mi alrededor es gente saliendo de esto, y de lo que realmente me doy cuenta es de que ellos me han cambiado a mi. Cada día cuenta y la manera en que decides afrontarlo es lo que cambia el resultado de absolutamente todas las cosas que vives.
Con cariño desde el cáncer.
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