¿Cuántas de nosotras no nos derretimos de ternura cuando vemos pasar a un cachorrito o jugamos con un tierno gatito? Pero, ¿por qué no experimentamos la misma sensación cuando vemos a una rata, serpiente o murciélago delante de nosotros?
La Vanguardia de España le preguntó al psicólogo clínico Sergio García, cuál es la razón:
“Tiene que ver con la teoría evolucionista. El murciélago, la serpiente y los roedores son animales con los que el individuo tuvo que luchar en el pasado. Se les relaciona con suciedad y enfermedades.
Aunque en la sociedad actual esa pugna no continúa, mantenemos una memoria como especie que despierta el miedo, temor y respeto hacia ellos”.
El profesor de psicología Hal Herzog y autor de “A algunos los queremos, otros los odiamos y otros nos los comemos”, menciona, por su parte, que nuestra relación con los animales depende de la biología y la cultura.
Pero, ¿por qué nos encantan los perros y gatos y preferimos tenerlos como mascotas?
De acuerdo con el especialista García, los humanos necesitamos reforzar el sentimiento de pertenencia, por eso, “crece la cercanía que tenemos con los animales y eso está ligado con las necesidades de recibir cariño y aprecio”.
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