Los machistas no son sólo violadores que se esconden en callejones u hombres que golpean a sus esposas, somos todos y todas, en mayor o menor medida, porque nos criaron dentro del mismo sistema.
Hace poco, hablaba con mi amiga (llamémosla Fernanda) sobre César, un amigo en común que pronto será papá. A mí me pareció un poco extraño porque el muchacho en cuestión apenas tiene veinte años y su carrera como deportista profesional por fin está despegando. Pero, según Fernanda, la razón del suceso era obvia: su novia se embarazó para amarrarlo. Ni ella ni yo conocemos a la pareja de César, pero Fer está segura de que fue un plan para quedarse con el dinero de nuestro amigo.
Yo le dije que él también pudo haberse cuidado pues la responsabilidad es de ambos. Ella lo defendió diciendo que los hombres no saben lo que hacen cuando están excitados.
¿Por qué se nos enseñó a pensar lo peor de otras mujeres? ¿Por qué sentimos que tenemos que competir contra las demás?
Para dejar de reproducir un modelo que nos juzga también a nosotras, debemos darnos cuenta de nuestras palabras o acciones machistas. ¿Criticas la vida sexual de otras mujeres? ¿Crees que sólo tus hijas deben lavar los platos? ¿Cuestionas a las que no quieren tener hijos? ¡Deja de hacerlo!
Seamos más solidarias y amables con las demás mujeres. No somos enemigas naturales.
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