sábado, 29 de octubre de 2016

¿Piensas por tu pareja?

Cuando era más joven mi madre me dio un sabio consejo y que en su momento no le tomé importancia: "jamás asumas lo que piensa la gente". No le hice caso hasta que me casé y tuve mi primera pelea. Ahí fue cuando entendí a lo que se refería... Y eso fue porque precisamente el tema de mi pelea había sido por asumir.

¿Te ha pasado? A mí sí y en varias ocasiones; platicando con amigas llegué a la conclusión de que el problema de muchas parejas se da por asumir lo que piensa el otro. 

Te parecerá una tontería pero es bastante común: llega un momento en la relación que crees que ya se conocen lo suficiente pues has platicado con tu pareja sobre el número de hijos que quieren, de sus carreras profesionales y demás cosas importantes. El problema es que asumimos- me incluyo-  que ya no es necesario ponernos de acuerdo en cosas pequeñas de la vida diaria.

Por ejemplo, en mi casa mi papá organizaba los viajes, así que yo asumí que mi marido haría lo mismo, pero resulta que en su casa era al revés y él asumió que yo lo haría, por lo tanto nuestro primer viaje estuvo a punto de ser un desastre, por asumir en vez de preguntar y ponernos de acuerdo.
Si hay algo que es fundamental para tener una relación sana, es la comunicación y esa sólo se da preguntando, interactuando, pero sobretodo,  hablando de todo lo que nos puede molestar.

Cuando pasó lo del viaje tuve que sentarme a hablar con Pepe, pues yo ya tenía la reservación y él... ¡No había comprado los boletos! 

Al momento de enterarme que no había boletos se armó la guerra mundial y  salí corriendo a casa de mi mamá para quejarme amargamente de que no había hecho lo que le correspondía. Ella, atenta escuchó todo mi monólogo hasta que, cuando por fin acabé me preguntó: 

 "¿Asumiste que el los compraría o le preguntaste si el se encargaba de hacerlo?"

Al escuchar su respuesta, me di cuenta de mi error: ¡había asumido! y de ahí aprendí que no por lo que has vivido en el pasado, debes asumir. 

A mí me cambió la vida cuando dejé de asumir, nos sentamos a platicar y conciliamos: nuestras expectativas y costumbres. Cosas tan simples en nuestro matrimionio como que yo bañaría a los niños entre semana y él lo haría el fin. Que los martes y los jueves él comería con ellos  y yo me quedaría en el trabajo hasta más tarde.

Es muy importante que ambos cumplan con los compromisos adquiridos, evidentemente con flexibilidad. Si a alguno se le complica algo algún día, se puede hablar y hacer cambios, pero no se vale que esto suceda muy seguido, pues estarían faltando a lo que se comprometieron; si esto pasa es momento de hablar y llegar a un nuevo acuerdo.

Así que la próxima vez que sientas que tienes dudas o no te quedó algo claro con tu pareja, te aconsejo que hables y escuches, que concilien sus tiempos, intereses, gustos y deberes; en otras palabras que concilien su vida en común. 

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