Ir de fiesta a todos nos gusta… Estar con tus colegas, beber, bailar, ligar… Aunque, bueno, según vas saliendo de tus 20’s, como que todo esto te empieza a dar más pereza, sobre todo si hace frío… Pero aun así, cuando le echas valor y te atreves a salir, te das cuenta de que hay cosas que nunca cambian (excepto las resacas, que van empeorando). Sin embargo, a la hora de volver a casa y meterte en la cama, hay todo un ritual de actividades que sigues realizando, farra tras farra.
1. Atacar la nevera
No importa que hayas ido a un asador vasco o a un japo con buffet libre y te hayas puesto hasta el culo de comer sashimi y yakisoba durante la cena, ya que, en cuanto llegues a casa después de una buena farra, vas a abrir la nevera y te vas a comer lo primero que pilles y te parezca apetitoso. Y con todo el alcohol que tendrás en el cuerpo, el término apetitoso abarca desde macarrones que sobraron ayer, a tupper de lentejas de “la mama”, pizza rancia o bocadillo de mayonesa y nocilla.
2. Intentar no hacer ruido
Intentar lo intentas, aunque lo de conseguirlo ya es otra cosa. El problema de ir borracho es que la percepción del espacio y la coordinación se trastocan, y aunque con toda tu buena voluntad vayas de puntillas para no despertar al prójimo, seguro que acabas dando portazos y tropezándote con todo lo que te encuentras por medio, porque seguro que no se te ha ocurrido encender la luz.
3. Desayunar
Sobre todo si llegas a casa de tu madre en pleno invierno y ella, que es más protectora que una madre griega, o tu padre, que también te quiere un huevo (tanto como para durante tu adolescencia haberse levantado a cualquier hora cada vez que le llamabas cuando salías de fiesta, e ir a recogerte a ti y a todas tus amigas para llevaros a casa), se levantan para decirte: “Cariño, ¿estás bien? Desayuna antes de irte a dormir, tómate por lo menos un vaso de leche para entrar en calor… Venga ya te hago un zumito de naranja”.
¡¡¡Gracias, papis!!! I love you!!!
4. Lavarte los dientes
La teoría nos la sabemos de puta madre. A veces la aplicamos; otras veces, no.
5. Darte una ducha
Después de bailar y sudar como un cerdo, ¡qué menos! Al menos en verano…
6. Mandar un WhatsApp del que te arrepentirás la mañana siguiente
Ex-novios, ex-amantes, ex-amigos, ex-jefes, ex-compañeros de curro… Esos son los resultados de coger el móvil el borracho.
7. Vomitar
Dios, cada vez las resacas duran más y empiezan antes…
8. Pensar en desmaquillarte pero pasar de hacerlo
Todas sabemos que por la noche no hay que dormir maquilladas, que hay que quitarse los potingues para que nuestra piel respire, que nuestro rostro nos lo agradecerá… Sí, sí, la teoría nos la sabemos muy bien, pero cuando llegas a casa, a las siete de la mañana y con la cogorza…
9. Hacerte un moño
¿Después del tiempo que te has pasado planchándote el pelo o haciéndote tirabuzones antes de salir, tanta sangre, sudor y lágrimas (sobre todo si te pillas una oreja con las tenacillas, o te quemas la frente con las planchas) para acabar haciéndote un puto moño?
Pues sí, así somos.
10. Lanzar los tacones contra la pared
Uff… eso si es que aguantas toda la noche con ellos puestos, porque a lo mejor ya habías decidido quitártelos nada más pisar el portal de tu casa o en medio de la discoteca… Todo depende de lo que te aprieten…
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