lunes, 9 de febrero de 2015

El Poder De Una Mirada: Por Qué Los Ojos Dicen Más Que Tus Labios

Los ojos son el espejo del alma. ¿Quién no recuerda ese verde mar de La niña afgana, de Steve McCurry, para National Geographic? Cada vez ganan más importancia los gestos, las caricias, la sonrisa, incluso el arquear una ceja. Sí, somos paranoicos compulsivos, pero es que el cuerpo añade significado a nuestras palabras. Y, en este sentido, los ojos cuentan con mucha ventaja. ¿Por qué?

Seducen o edulcoran
O te ponen tierno/tierna. Recordad el gatito de Shrek. Una fuerza sobrehumana hace que no quieras mirar, pero no puedes evitarlo. En la línea de las emociones positivas, hay ojos que dicen claramente, y sin pelos en la lengua: “Te voy a comer todo lo negro -un ojo podría entonces tener pelos-“. O frases más románticas, también. Aquí no es tanto el tamaño, sino el color y los rasgos, lo que llamará la atención. Si quieres algo, no hables; mira y juega con este poderío.

Reprueban o asustan
“Ni se te ocurra”. ¿Está a punto de correrse y tú no? ¿Te va a pedir que celebres con él el Día de San Valentín? No malgastes la voz y échale una mirada fulminante. Aquí, las miradas matan. Metafóricamente, claro. Utiliza la mirada de reojo o “retrovisor” para avisarle de que nanai de la China y, tal vez, acojonarle.

Dejan abierto el misterio… ¡sorpresa!
Una mirada furtiva o, again, de reojo, pero diferente, y con la cabeza ligeramente agachada, torcida. O, si se desea ser más explícito, ojos como platos.

Dicen mucho de ti
Desde que La niña afgana fuera fotografiada con doce años, hasta que el autor la volvió a encontrar, con treinta, había algo que no había cambiado, entre otras muchas cosas (desgraciadamente): eran sus ojos. Llevan tu DNI incrustado en las pupilas. Si volvemos a nuestro juego de palabras, lo primero que te aconsejamos es que, si no quieres que la otra persona interprete tus palabras, pues… unas gafas de sol no estarían mal -cuidado con las que reflejan-. Es lo único que te salvará.

Engañan
Lo sentimos, milenial. Sí, los bizcos y los tics existen. Y no significan absolutamente nada más que impulsos nerviosos, en el segundo caso.

Ya ves. Hay miradas que matan, o ponen una carga emocional a nuestras palabras que no podría levantar ni el mismísimo Hulk. Disfruta de ellas en el metro, en la biblioteca. Acompañadas de una sonrisa que los realce, como el chocolate con churros, o bien el carmín en unos labios carnosos, saben mejor. ¡Viva los “ojetes”!

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