En un artículo reciente de Código Nuevo, os presentábamos el perfil psicológico de las personas avaras. En esta ocasión, os ofrecemos un retrato totalmente opuesto: el de las personas despilfarradoras. Si veíamos que el avaro teme la ausencia de dinero en el futuro, y por eso ahorra de forma obsesiva, el despilfarrador teme justo lo contrario: tener dinero en el presente y no poder gastarlo. Sin embargo, dos perfiles tan distintos en apariencia suelen acabar desencadenando problemas psicológicos similares: miedo, ansiedad, y falta de empatía.
Socialmente, hablamos de los despilfarradores como compradores compulsivos. Pero, ¿qué caracteriza a los compradores compulsivos? ¿Te has preguntado alguna vez si quizás gastas demasiado? ¿Sientes que el dinero te quema en las manos cuando lo tienes? A continuación te explicamos los rasgos de una persona despilfarradora.
Comprar aquello que jamás usarás
El comprador compulsivo compra cualquier cosa que ve, incluso sabiendo que no la necesita y que no la usará. Esto no quiere decir que salir de compras y adquirir algún artículo que no sea del todo imprescindible implique ser un comprador compulsivo. De hecho, es así como funciona la sociedad del consumo en la que vivimos. El problema aparece cuando se compran productos solo por el hecho de calmar nuestra ansiedad. Entonces, estamos ante un problema que podría ser serio.
El gasto empieza a arruinar tu vida
El gasto compulsivo del dinero puede estar detrás de muchos conflictos de distintos ámbitos de la vida del despilfarrador: el familiar, el social, el laboral o el sentimental. El comprador compulsivo suele mostrar falta de empatía hacia su entorno cuando despilfarra el dinero (gasta el dinero que, por ejemplo, debía ser destinado a un tratamiento para mejorar la salud de alguno de sus familiares), aunque después suele recapacitar y darse cuenta de su error, ya demasiado tarde, lo que le hace caer en la ira. Probablemente se prometerá que no volverá a actuar del mismo modo, pero acabará haciéndolo.
Las “gangas”, una obsesión
Para un despilfarrador, la rebaja de un producto en oferta (aunque sea mínima) es un reclamo que no puede ignorar. Así, no se podrá quitar de la cabeza aquel artículo que vio en oferta hasta que no lo adquiera. Es por ello que las campañas de rebajas, organizadas por los centros comerciales, se convierten en auténticos campos de batalla para los compradores compulsivos: sienten que están compitiendo por conseguir comprar el mayor número de productos con descuento.
Baja autoestima
Los adictos a las compras suelen mostrar una personalidad impulsiva, una baja autoestima y ansiedad o depresión. De hecho, tratan de compensar la poca autoestima a través de la compra de productos, pues esto satisface momentáneamente esa sensación de vacío que les acompaña. Sin embargo, la compra compulsiva crea en realidad un círculo vicioso; cuanto más compran, más vacíos se sienten.
Como ya hemos comentado, no hay que confundir la compra compulsiva como trastorno psicológico con el consumo a veces injustificado que hacemos muchos de nosotros. Resulta obvio que vivimos en una sociedad consumista, y que desde los medios de comunicación se nos anima continuamente a gastar nuestro dinero (no haremos ahora una crítica sobre la sociedad del consumo, ese es otro debate). Por ello, ir de compras de vez en cuando no debe hacerte sentir culpable. Sin embargo, ante el primer indicio de acercarte al perfil de un comprador compulsivo, estaría bien que reflexionaras un momento: ¿de verdad necesitas eso que vas a comprar?
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