Eso que llaman “amor a primera vista” puede ser la cosa más absurda para unos, o la más bonita e inexplicable para otros. ¿De qué lado estar? Pues depende de lo que estés viviendo.
Es así, el amor tiene cosas difíciles de explicar y otras que parecen estar a simple vista, en una palabra, en una mirada o un gesto y, también, en una sonrisa. ¿Te ha pasado que conoces a una persona y sientes como si fuese de toda la vida? Se conectan de forma inmediata, se entienden; se descubren el uno al otro y, sí, se sienten. Quizás nos conocimos en otra vida o quizás no, pero parece que no necesitamos de años porque esto nos está pasando a los dos. La amistad se hace sencilla aunque detrás haya otro interés; son dos personas que se entienden perfectamente sin mucho trabajo que hacer, simplemente se observan, se hablan, sirven la confianza y, ¡saz!, se complementan de una vez.
Sí, es probable que ambos piensen en lo estúpido que parece esto pero ninguno de los dos quiere pararlo aunque tal vez solo sea un juego; porque se trata de algo diferente, de algo nuevo. No he compartido contigo tanto como con otras personas y tal vez no sepa en realidad quién eres, pero dejemos que esto continúe y veremos qué ocurre; claro, si quieres. Puede suceder estando ambos cerca y también a distancia, y sea como sea ambos descubren la forma de darle sentido a lo que les pasa; no reparan en el contexto y mucho menos en la circunstancia. El corazón se acelera y los nervios se juntan; son esas sensaciones de enamoramiento que tanto nos gustan, que llenan de juventud nuestra mente y nos hacen temblar el cuerpo de punta a punta. ¿Nos resistimos a eso? Mejor no perdamos el tiempo, porque tienes ese no sé qué que me encanta y un extraño truco con el que me dejas fácilmente al descubierto; ¿amor a primera vista? ¡Qué importa! Es conexión al cien por cien.
Y así lo viven los dos como si fuese posible algo que quizás solo escucharon o leyeron en cuentos, la magia se hace realidad y ambos se invaden los sueños; son campamentos mentales con un mismo objetivo: ir al encuentro. Reconocieron el uno al otro sus virtudes sin hacer mucho esfuerzo, el corazón hizo su trabajo, pero la mente les dio argumentos. No se queden con la duda y corran el riesgo, no teman darse la oportunidad de intentarlo y… ¿Qué tal si no es solo un juego?
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