lunes, 9 de febrero de 2015

Cuando La Atención Que Recibes Es Inversamente Proporcional A La Que Das

Efectivamente, sí, este es el clásico caso en el que cuanto menos te dan, más quieres, y viceversa. Y cuidado, esta especie de energía no entiende ni de belleza ni de razón. Es una cuestión de poder y del atractivo de esta. Quien lo tiene, va un paso por delante. Y si lo piensas bien, es tan absurdo como inevitable. Funciona como el típico “últimas unidades” de h&m o “última reserva hace 1 minuto” de Booking. Puedes racionalizarlo, pero no cambia lo que sientes al leerlo.

En toda relación, esta energía cae sobre uno de los dos, normalmente el de carácter más fuerte, y se mantiene con esa persona, hasta que un día “el más débil” despierta del suave letargo, a menudo, por un golpe de realidad externo, y entonces que se prepare para sufrir la otra parte, porque esa energía vuelve con efecto.

Y, ¿qué hacemos entonces? ¿Nos compramos un cuentagotas y damos solo lo que recibimos? ¿Esperamos antes de dar a recibir primero? Suena aburrido, aburridísimo y seguramente muchas cosas nunca pasarían si hiciéramos eso.

Queridos “débiles”,  la clave está en el refrán más absurdo jamás inventado: hay que dar “una de cal y otra de arena” en el mejor de los sentidos en ambos casos (recuerda que el Karma te está vigilando). Combina a la perfección la bonita tarea de hacer sonreír a alguien una mañana con la menos fácil tarea de reprimir algunos impulsos de persona claramente ilusionada y complaciente, porque no todos somos así. No acostumbréis ni a una cosa ni a la otra, porque la costumbre es el peor aliado de las relaciones.

¿Es mejor ser el débil que todo lo da o el fuerte que cree que todo lo tiene?
Si eres el débil, ante la duda, ábrete en canal, atrévete a ser el más vulnerable porque, aunque sufras más, vivirás la vida más intensamente y te sentirás más libre. Si tienes tiempo, compra y reparte algo de arena y cal, que nunca está de más. Ponerle un poco de razón a la emoción seguramente te protegerá y posiblemente te apropies de un poco de ese poder.

Si en cambio tienes la fuerza, recuerda que el que tiene la energía el día menos pensado puede dejar de tenerla y esa caída es freestyle. En la vida pocas cosas son para siempre. Si quieres que la tuya lo sea, comparte esa energía y adelántate tú esta vez a eso de que “no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde”.

Creo firmemente que las mejores relaciones son las que más y mejor repartido tienen ese poder. Todos necesitamos que nos digan lo mucho que nos quieren, que nos abracen con fuerza y, por suerte o por desgracia, que nos recuerden que podemos perder lo que tenemos si no lo cuidamos, porque esa sensación nos vuelve más vulnerables y nos acerca al otro extremo. Y eso se llama inteligencia emocional. ¿Y hay algo más parecido a la cal y la arena que la inteligencia emocional? 

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