Muchas personas quieren una relación perfecta, y quizás por eso fracasan tanto. Ello se debe a que, en lugar de “perfecta”, la búsqueda debe centrarse en algo realista, adaptado a nuestros tiempos. La vida de solteros está de moda, pero eso no significa necesariamente que queramos estar solos, sino que sencillamente las relaciones tradicionales nos aburren, no nos atraen.
Basta mencionar la palabra “moderno” dentro de una relación para que inmediatamente la otra persona interprete que no queremos nada serio. No se trata de eso, sino del hecho de que así como el mundo evoluciona, la forma en la que nos relacionamos con otros también, y nos negamos a aceptarlo.
Así como en los negocios y en cualquier otro ámbito de la vida, puede que queramos correr un riesgo y el miedo nos detiene; y eso es lo que ocurre con las relaciones. En ocasiones podremos querer iniciar una relación, pero algo nos asusta. Muchas pueden ser las razones por las que “nos asustemos”: ¿la más común? La infidelidad. Nadie quiere ser engañado, nadie quiere que le vean la cara y nadie quiere pasar por la terrible situación de un despecho. Muchos dicen que de la infidelidad no duele tanto el engaño como el cachondeo de nuestros amigos y de las personas que se enteran.
El problema de la infidelidad sigue y seguirá vivo si seguimos creyendo que, una vez iniciamos una relación, ninguno de los dos “debería” salir con alguien más. Estamos condicionados por la idea de las relaciones que aprendimos de nuestros padres. Hace tan solo unas décadas, era normal creer que el amor verdadero se halla con una sola persona, que el amor único es lo ideal y que se aplica para todos. Si escuchamos las historias de nuestros padres, nos puede parecer romántico eso de “solo he estado con una persona y es tu madre”.
Los tiempos han cambiado, y quienes hoy somos adultos hemos sido educados con una dosis de ese romanticismo al mismo tiempo que una súper dosis de sexo, reguetón y fiesta. Por eso somos una mezcla de buen comportamiento con desnalgue, de sexo con hacer el amor. ¿Esto será bueno o malo? El tiempo lo dirá, pero todo aquel que quiera una relación tradicional será libre de intentar, y quien no, debería evolucionar.
Comparemos los problemas causados por el miedo a la infidelidad con el causado por la prohibición de las drogas. Vender y consumir drogas está prohibido, y esa prohibición es la causa de problemas como el contrabando, la mafia y la delincuencia. ¿La solución? Liberalizarlas. Lo mismo deberíamos hacer con las relaciones en estos tiempos: liberalizarlas. Existe una bendita prohibición, que aunque no está escrita, todos la conocemos: la prohibición de salir con otras personas, verlas, hablarles, escribirles y, por supuesto, acostarse con ellas. Los seres humanos nos sentimos atraídos por lo prohibido y eso no se puede negar. Por eso, cuanto más prohibido esté, más rápido lo haremos.
Imagínate que le dices a tu pareja o que esta te dice: Oye, tienes permitido salir con otras personas. Yo también. ¡Bah! Si ya no está prohibido entonces no es divertido. Salir con otras personas debe ser algo normal, y más aún cuando existe la confianza y la certeza de que con quien quiere estar es conmigo. Es estúpida la idea de que “si quiere compartir con otras personas es porque no quiere estar conmigo” ¡No! Somos seres sociales, y necesitamos socializar. He visto muchos casos de salidas entre amigos, que no están haciendo nada más que beber y echar cuentos, y sus novias están creyendo que las están engañando. Igualmente pasa con los hombres.
Liberalicemos las relaciones, que no esté prohibido hablar, salir, compartir y escribirse con otras personas. ¿Acostarse? Eso es cuestión de cómo de “mente abierta” seas, pero no siempre queremos salir con alguien más por sexo o porque estamos enamorados, sino que en muchos de los casos queremos hacerlo para variar, además de que sirve para extrañar.
Libérate de la angustia del “qué estará haciendo” o “por qué no me escribe” y ocúpate tú también de socializarte o pasar tiempo solo. Si vas a desconfiar de alguien lo harás con o sin prohibición, pero vale más terminar por un “ya no te quiero” que por un “le hablaste a alguien más”.
Piensa en que si está prohibido, pasará. ¿Y si liberalizamos las relaciones? Hay que probar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario