jueves, 19 de febrero de 2015

Criticar No Solo Está Feo, También Perjudica Seriamente La Salud

Qué fácil es criticar y qué difícil aportar ideas, ¿no es cierto? Basta echar un vistazo a cualquier medio on-line para comprobar que la inmensa mayoría de los comentarios son para poner a caldo a sus autores. ¿Qué se esconde detrás de este hábito tan extendido?

La crítica es una forma de consuelo y autodefensa. Cuando denunciamos algo que está mal, inmediatamente asumimos que a nosotros nos va mejor. Criticar nos hace parecer superiores, nos sitúa en una posición desde la que no nos afectan las desgracias.

Por otro lado, y como dice el refrán, la mejor defensa es un buen ataque; y es que la forma más sencilla de responder a una agresión es agredir. Por eso, nos lanzamos como lobos contra las personas que nos juzgan, echándoles en cara hasta el más nimio detalle.

Criticar es, por tanto, una tendencia natural, pero también una fea costumbre que debemos suprimir, ya que conlleva más perjuicios que beneficios. Para empezar, criticar de forma constante es una fuente de estrés.

Como explicábamos en artículos anteriores, el estrés tiene su origen en los mecanismos de defensa del cuerpo. De este modo, si nuestra crítica tiene por objetivo defendernos, activaremos dichos mecanismos: ascenso de la temperatura corporal, aumento del ritmo cardíaco, segregación de hormonas… todo un chute bioquímico.

No pasa nada por cabrearse de higos a brebas: también necesitamos desahogarnos. Pero si nos ponemos a criticar a todo el que pase por delante, acabaremos sobrecargando nuestro organismo.

Un estudio de la Universidad de Wake Forest afirma que las personas que critican con frecuencia a los demás son más infelices que los que prefieren ver el lado positivo. Eso es algo que podemos intuir por experiencia: al fin y al cabo, los más avezados críticos son quienes peor encajan las críticas.

A la luz de todo esto, ¿crees que vale la pena juzgar a tus semejantes?

La crítica en sí misma no tiene por qué ser negativa. Una crítica constructiva es, de hecho, muy valiosa para atajar errores y perfeccionar proyectos. El problema viene cuando el objeto de esa crítica es más bien destructivo.

Criticar de forma indiscriminada aporta una imagen francamente miserable, además de hiriente. Y encima, lo más probable es que tenga el efecto contrario al deseado, haciendo que “vivas” demasiado el problema.

Prueba a tomarte las cosas con más perspectiva. Si en vez de criticar a la primera de cambio te observas a ti mismo, conseguirás alejarte realmente de ese contratiempo, lo que te ahorrará más de un disgusto; por no decir que descubrirás los mismos defectos en ti, y eso te animará a ser más comprensivo, más empático.

Consejo milenial: recuerda el viejo proverbio,

“Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti”.

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