Afrontar los años que nos esperan tras la Facultad a veces puede convertirse en uno de los retos más difíciles de todo veinteañero. Se trata de una etapa de dudas y de inestabilidad en la que se supone que te estás forjando una carrera (si no estás aún a la búsqueda de una), navegando entre un inmenso mar de posibilidades y a la hora de enfrentarte al complicado mundo laboral, preguntándote si no te equivocaste al elegir tus estudios en la Universidad.
Al mismo tiempo, estás intentando madurar. Cambiar tu vestuario de universitario por la ropa de adulto, dejando atrás los jeans, las sudaderas y las playeras, sustituyéndolas por americanas, trajes y tacones. Saber llevar una casa y convertirte en una auténtica cocinillas, al tiempo en que sigues metiendo la cuchara en el bote de Nocilla o tiendes la ropa en perchas para no tener que planchar.
Por otro lado, tu existencia está en constante contradicción con tus expectativas. Por un lado, te sientes adulta e independiente, pero prácticamente no tienes dinero para mantenerte a ti mismo. Te gustaría sentar cabeza y encontrar a tu alma gemela, y sin embargo no te apetece tener una segunda cita con ninguno de los tíos con los que has salido. Quieres una relación estable, pero todos los hombres que conoces se comportan como niños, y los que se comportan como adultos son o van a ser papás.
Dices que quieres estabilidad y construir un futuro, pero tus actos no pueden más que contradecir toda tu palabrería. Es una lucha constante entre el ser adulto y la juventud, sinónimo de espíritu libre. El pulso entre la responsabilidad y la irresponsabilidad, la vida libre de preocupaciones. Te encuentras en un momento que es como si solo te quedara un paso para llegar a la meta, pero no pudieras o no te atrevieras a darlo.
¿Cuando crecerás finalmente? ¿Cuándo darás el paso? ¿Quizás el día que cumplas 30? Ojalá lo supiéramos, pero mientras tanto hay una serie de cosas que definen perfectamente la fase que estás viviendo:
1. Quieres salir, beber y llegar a casa con el amanecer, pero no te apetece tener resaca al día siguiente.
2. Te levantas a las 6 y media de la mañana porque “a quien madruga, Dios le ayuda”, pero, cuando llegas a casa después del trabajo te vas a dormir sin ni siquiera cenar.
3. Quieres quedar con todos tus viejos amigos, pero no tienes suficiente tiempo libre ni dinero para ir a visitarlos.
4. Quieres vivir por tu cuenta, pero no tienes suficiente dinero, así que no te queda otra que compartir piso.
5. Quieres que te respeten, pero sigues cometiendo los mismos errores.
6. Quieres enamorarte y tener una relación estable, pero a la vez te gusta saber que tienes otras opciones.
7. Quieres llevar una dieta sana y equilibrada, pero ni tienes tiempo, ni ganas de cocinar.
8. Quieres conseguir el trabajo de tus sueños, pero no tienes experiencia suficiente.
9. Estás contento porque tienes un sueldo real, pero casi todo se te va pagando el alquiler, préstamos y el transporte público.
10. Quieres tener todo el dinero del mundo, pero a la vez quieres vivir como si no lo necesitaras.
11. Quieres ahorrar dinero, pero a la vez quieres acumular experiencias.
12. Quieres llevar una vida saludable, pero te encanta comer y beber.
13. Quieres conocer a mucha gente nueva, pero no quieres salir de tu zona de confort, ni del sofá los sábados.
14. Te encanta todo, pero realmente no sabes lo que te gusta.
15. Quieres echar raíces en un lugar, pero no quieres dejar de ver mundo.
16. Dices que estás preparado para ser adulto, pero es un papel que aún te viene demasiado grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario