Un beso es mucho más de lo que muchos piensan que es. No se trata únicamente de un símbolo cultural que adquiere un significado dentro de un marco social determinado, sino de un mecanismo propio de nuestra especie con un significado que trasciende lo cultural para instalarse en la esfera de lo biológico.
Un beso romántico es un intercambio explosivo de información entre dos individuos, que desata una serie de procesos inconscientes capaces de identificar un sinfín de caracteres acerca de la otra persona. Un beso es capaz de revelar si somos o no genéticamente compatibles con la otra persona, analizando nuestra viabilidad reproductiva.
El primer beso es determinante en ese sentido. Los estudios revelan que luego de establecerse esa primera conexión, puede romperse fácilmente el vínculo. Si nuestro cerebro decide que la otra persona no es compatible genéticamente con nosotros, tenderemos a perder el interés en ella.
Existe también una diferencia importante en lo que significa para hombres y mujeres un beso. Mientras que los primeros son más proclives a mantener relaciones sexuales sin la intermediación de un beso, las mujeres sienten la necesidad de hacerlo antes, durante y después de un encuentro sexual.
Por otra parte, ambos géneros se diferencian a su vez en la forma en la que besan. Los hombres, por ejemplo, tienden más a besar con la boca abierta y a iniciar el contacto con la lengua. Esto se debe a que la presencia de testosterona en la saliva de los hombres estimula la libido femenina. Además, los besos liberan mucha mayor cantidad de oxitocina en los hombres que en las mujeres, una hormona que potencia el vínculo emocional.
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